domingo, 26 de febrero de 2017

54.- Una luz al final del túnel

     El móvil de Gutiérrez comenzó a gritar como si lo estuvieran matando. Llamaban de su propio despacho, lo cual, para qué negarlo, lo alarmó ligeramente.

     - ¿Sí?
     - ¿Comisario?

     Gutiérrez reconoció la voz, y de la alarma pasó al cabreo.

     - ¿Mel? ¿Qué coño haces llamando desde mi despacho?
     - Me dejasteis aquí, Comisario. ¿No lo recuerdas? Una pica en Flandes, un Campamento Base...
     - Pero, ¿qué gilipolleces estás diciendo? Que te dejáramos en mi despacho no te da derecho a usar el teléfono como te salga de las narices...
     - Pero, Comisario...

     Gutiérrez decidió cortar de raíz las explicaciones inútiles que estaban a punto de brotar de la boca de Mel.

     - Ni peros ni hostias, Mel. Joder. Vaya mierda de pica en Flandes, elevando la factura de teléfono del despacho. ¿Qué quieres, dime, anda?

     Mel se tomó unos segundos de pausa dramática que a Gutiérrez se le hicieron eternos, especialmente por la susodicha factura.

     - Creo que te tengo algo.
     - ¿Algo? ¿Se ha comunicado Morales contigo?
     - No, Comisario. He estado escuchando la grabación de la conversación que mantuvisteis. No sabes qué útil es eso de grabar todas las llamadas.
     - La nuestra ahora mismo se está grabando, lo sabes, ¿no? Así que deja  de hacer el tonto y ve al grano.
     - El ruido de fondo. Morales llamaba desde algún sitio. He limpiado el sonido y creo que sé desde dónde llamaba. Más o menos.
     - ¿Más o menos?

     Gutiérrez odiaba los "más o menos". Normalmente eran sinónimos de "ni puta idea". Pero, en fin, menos daba una piedra...

     - Llama a la gente. Volvemos a despacho. En media hora como mucho.
     - ¿Que les llame, Comisario? ¿Desde aquí, desde el despacho?

     Pero el Comisario ya había colgado.

     - Menudo cabronazo que está hecho -murmuró Mel.

     Tardó tres segundos en arrepentirse de haber dicho eso. Como se grabaran también las conversaciones producidas en el despacho las llevaba claras...