domingo, 25 de septiembre de 2016

51.- Tensa espera

     Se había hecho el silencio en el despacho de Gutiérrez. Un silencio tenso, desagradable. Quien no miraba al techo, miraba al cielo, evitando todos el cruce de miradas que obligaba a un gesto, a una explicación.

     La situación empezaba a ser más que preocupante. Otro asesinado, otra vez Morales, de eso no cabía duda. El jueguecito, que nunca había tenido gracia alguna, comenzaba a ser irritante.

     Mel tosió levemente. Aquel pesado silencio, en el que costaba hasta respirar, le estaba provocando una angustia infinita. Acto seguido Hortensio, Streller y el propio Gutiérrez le miraron, y Mel sintió el peso de los seis ojos sobre él. Bajó la cabeza. No tenía nada que decir.

     Cuando el momento se eternizaba tanto que la tensión comenzaba a hacerse insoportable, el estruendoso timbre del teléfono les sacó de su letargo, les sobresaltó y les puso alerta. Fue un sonido breve, surgido de la nada, anunciador de desgracias, como las campanas del infierno.

     No sonó una segunda vez, no obstante. Antes de que eso sucediese, el comisario ya había descolgado.

     - Gutiérrez al aparato...

     Y esta vez, al contrario que otras veces, no hubo silencio al otro lado. Ni risitas ahogadas. Esta vez la llamada era de verdad.

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