sábado, 16 de mayo de 2015

40.- Levantarse o morir

- Mierda...
- Comisario.

     Gutiérrez oía una voz lejana. Emitida en la distancia. Algo ajeno pero que parecía llamarle a él, reclamar su atención sin motivo aparente.

- Joder...
- Comisario....

     La voz insistía. Parecía acercarse. Al menos, podía oírla con mayor nitidez. Comenzaba a irritarle.

- Me cago en...
- ¡Comisario!
- ¿Qué? ¡Por Dios! ¿Qué quieres? -gritó Gutiérrez, casi sumido en una desesperación esquizofrénica, clamando al cielo y deseando que aquella voz dejara de atormentarlo.

     Luego se fue calmando, los objetos de su entorno fueron recuperando su forma, volviendo al estado material que parecían haber abandonado. Entre estos objetos pareció emerger Hortensio como procedente del mundo de los sueños, de una dimensión diferente.

- Comisario, ¿se encuentra bien?

     Gutiérrez asintió con dificultad.

- Verá, Comisario... Gómez está aquí.
- ¿Quién?
- Gómez.
- ¿Quién? -repitió como ausente.

     Hortensio suspiró.

- Gómez, de Gómez y Asociados, el sospechoso de robarse a sí mismo. Tenemos que conseguir que confiese, acorralarlo... Comisario, ¿seguro que se encuentra bien?

     ¿Cómo coño se iba a encontrar bien? Morales estaba fuera, se había escapado. Ese desequilibrado se había escapado, y seguro que iba a buscarlo. No iba a volver a estar bien hasta que ese capullo volviera a estar entre rejas... o muerto...

- Comisario...
- Que sí, Hortensio, que sí, joder... voy a reventar a hostias a ese capullo...

     Gutiérrez se levantó entonces como una exhalación y salió en dirección a la sala de interrogatorios. Hortensio apenas pudo comenzar a decirle que no hacía falta reventar a hostias a nadie, que tampoco era el procedimiento legal y que, de paso, no se le veía en condiciones de dirigir un interrogatorio...