domingo, 31 de agosto de 2014

31.- Novedades editoriales

     Hortensio entró en el despacho con un dosier en su mano derecha y a Gutiérrez se le heló la sangre. Malos recuerdos, esa estúpida costumbre de anotarlo todo en dosieres. Afortunadamente, Hortensio se sentó al otro lado de la mesa y el dosier se quedó enrolladito en la mano, como debe ser.

- Comisario, creo que tenemos algo con lo que empezar...
- ¿De qué hablamos?
- Del robo en Gómez y Asociados.
- Correcto. Suéltalo.

     Hortensió carraspeó ligeramente antes de continuar. Al tío también le gustaba hacerse el interesante, se ve que tenía su puntito de vanidad. Luego lo soltó todo del tirón:

- Joyas Kristal. A dos calles de Gómez. La competencia. La competencia feroz, por lo que se ve. Desde que Kristal abrió, y de eso hace ya casi dos años, se llevan a matar, se roban clientes, se copian pedidos, incluso se intercambian querellas (aquí levantó levemente el dosier). Es lo único que he encontrado, comisario. Las grabaciones no aparecen, directamente. Se pueden también considerar parte del robo. Sigo buscando entre la clientela, pero no hay nada apreciable, al menos en principio. Con Kristal, sin embargo, igual encontramos alguna cosa...
- ¿Por qué puede querer Kristal robar a Gómez?
- ¿Para joderle, simplemente?

     Gutiérrez reflexionó. Joder a alguien, el móvil más antiguo del mundo para cometer un delito.

- De acuerdo, habrá que hablar con Kristal.

     Entonces entró Mel como una exhalación. Vale, eran buenos chicos, pero iba a tener que hablar con Lali, maldita sea, de allí la gente entraba y salía como le daba la gana, y eso no podía ser.

- Comisario, buenas noticias -explicó con una enorme sonrisa dibujada en su rostro. Este Mel, siempre tan feliz.
- ¿Qué pasa? ¿Has resuelto el caso?
- ¿Caso? ¿Qué caso?
- Joder, Mel, el de la joyería.
- Ah, pero, ¿todavía estáis con eso?

     Gutiérrez iba a soltarle una pulla, pero prefirió esperar a ver qué tenía que decir el niño.

- ¡Va a publicarse!
- ¿De qué coño estás hablando?
- Mi novela, esto es, su novela, Comisario, o sea, la que escribí, la que cuenta la historia del asesino del imperdible... ¡la van a publicar!

     El gesto de Gutiérrez podía mostrar de todo, menos alegría.

- Comisario, ¿pasa algo?
- A ver, Mel, me dijiste que de tu novela no se iba a deducir nunca, bajo ningún concepto, de ninguna manera, mi verdadero nombre, ¿verdad?
- No, no, claro que no -contestó Mel. - Vamos, creo...

     A Gutiérrez volvió a helársele la sangre. Joder, no ganaba para disgustos...