jueves, 5 de septiembre de 2013

24.- Epílogo / Prólogo

- Creo que somos un buen equipo, Comisario.
- Déjame en paz, niñato creído. No me amargues.

Gutiérrez tenía muy claro que no iba a decirle a Mel nada que pudiera provocarle una subida de humos. Nada de "buen trabajo", nada de "has sido útil", nada de "volveremos a trabajar juntos". Ni de coña. Para qué...

- Toda esta historia me va a ayudar en la próxima novela, ¿sabes? Ya la tengo muy avanzada. Noto el aliento del editor en el cogote, pero el desenlace del caso del asesino del imperdible es realmente novelístico, ¿no le parece?
- ¿Vas a novelar toda esta mierda?
- Cambiando los nombres y las situaciones, por supuesto.
- Eso espero, por tu bien -contestó Gutiérrez, dando una calada profunda al cigarrillo. - Lo último que querría es ver mi nombre en los escaparates de las librerías.
- Tranquilo, Comisario, me hago cargo.

Gutiérrez no contestó. Estaba de todo menos tranquilo. "Asqueado" sería una buena palabra para definir su estado de ánimo. Y la exaltada felicidad del escritor no le ayudaba lo más mínimo. Le ponía tenso y acrecentaba su desconfianza.

Iba a decir finalmente algo no muy agradable cuando llamaron a la puerta y entró Eulalia. Desde que Morales había salido rana la secretaria de la comisaria se encargaba de la transmisión de mensajes en línea directa.

- Comisario, un nuevo caso. Robo en una joyería. Robo de los gordos, joyas por valor de varios millones.

El rostro de Mel se iluminó. "Nuevas aventuras", parecía querer decir. El de Gutiérrez, sin embargo, se agrió. "Más basura", pareció pensar.

- Ah, Comisario, y no olvide que mañana vendrán los tres candidatos designados por la Sede Central para ocupar la vacante de ayudante. Tendrá que entrevistarlos y elegir.
- Joder -dijo Gutiérrez como única respuesta. - Largaos de aquí, anda, los dos. Dejadme solo.

Gutiérrez, mientras le daba un trago a la petaca, pensaba en que necesitaba unas vacaciones, en que si pudiera se jubilaba al día siguiente, en que mañana tendría que estar allí, de nuevo, soportando a inútiles e impertinentes, después de otra noche sin dormir...